domingo, 24 de junio de 2012

Inés y la Alegría; una versión diferente.

Este post no pretende hacer un resumen de Inés y la Alegría, la gran novela de Almudena Grandes escrita en el año 2010. Lo cierto es que escribo este post casi dos meses y medio después de la última publicación en El Cadáver Exquisito y ese ha sido el tiempo exacto que he empleado, evidentemente con muchísimas interrupciones y lagunas, en la lectura de esta ingente obra.

No sé por dónde empezar a hablar, ya que, es tan ingente la historia que se cuenta en la obra como la información histórica que se aporta. Información histórica muy poco conocida, y que con grandísima maestría Almudena Grandes saca a la luz en esta historia de ficción en la que se entremezclan los hechos históricos y reales de la invasión, con los personajes de ficción de la obra. La invasión del Valle de Arán se denominó así porque así lo creyó conveniente la Operación Reconquista de España, y porque el Valle de Arán era el lugar más importante y por el que se iba a producir el mayor desembarco de tropas republicanas, con la conquista de Vielha como uno de sus objetivos más relevantes.

 

Estamos a 19 de octubre de 1944, ya hace años que ha terminado la guerra en España y todavía quedan muchos guerrilleros antifranquistas al otro lado de los Pirineos, o que les ha pillado por “sorpresa” la guerra mundial y no les ha quedado más remedio que quedarse allí, parapetados, esperando no se qué. Es el momento del Maquis. También por los pasos del Pirineo Aragónés se llevó a cabo la entrada de tropas republicanas en ese mes de octubre. Se trató de operaciones de distracción para con las fuerzas enemigas. Los puntos de nuestro Pirineo que sirvieron de paso fueron Roncesvalles, Roncal, Echo – Ansó (Por puerto de Palo) y Canfranc (por puerto de Somport). También Andorra y la Cerdaña entre otros.



 Por lo que respecta a la obra, la propia autora al final del libro, en una nota en la que explica algunas de las consideraciones acerca de la composición del texto, ya pone de manifiesto la proximidad y semejanza en cuanto a su intención de escribir algo similar y con unas intenciones semejantes a los Episodios nacionales de Galdós, tal como se certifica en el propio título de la obra; "Episodios de una guerra interminable".  Así, ésta  explica, que para ello tiene incluso motivos puramente personales que ya vienen marcados por una infancia de acercamiento y de proximidad a la obra del autor de los Episodios Nacionales desde la infancia. Una infancia motivada por esa curiosidad incipiente y enorme de todos esos jóvenes precoces que ya se consideran devoradores de libros y que apuntan madera de escritor/ra desde bien pronto.



Por lo demás, se trata de una maravillosa trama de personajes, unos reales y otros de ficción, que todos ellos se insertan en la obra de ficción en sí, donde lo único que les mueve en sus vidas es una gran historia de amor. El amor; eso que nunca aparece en los libros de historia por ninguna parte, ese aspecto sublime, más próximo a lo divino y por encima de lo humano que no tiene más remedio que entremezclarse con lo humano de los cuerpos y de las personas. Eso es lo que utiliza la autora para hacer que la obra gire sobre sus propios goznes y tenga vida. Así, tan solo se vale de los acontecimientos históricos para erigir el esqueleto de la obra, pero el corazón, el cerebro y los órganos vitales de la misma, no cabe duda que tienen que ver con el amor.
En la trama van a aparecer maravillosas parejas de enamorados, como Carmen de Pedro y Jesús Monzón, un personaje tan desconocido como importante en la reconstrucción del PCE después de la Guerra Civil y verdadero motor de la Operación Reconquista de España y de las invasiones del Valle de Arán que después le pasarán factura. Ni que decir tiene el amor de otra pareja inolvidable y de ficción en el libro y real en la realidad como lo fueron Dolores Ibárruri y Francisco Antón, un joven que llegó a enamorar y traer de cabeza a la propia Pasionaria y que luego abandonaría por otra. Pero quizás la pareja más importante de la trama, la que le sirve a la autora para dar nombre a la obra sea la e Inés Ruiz y Galán, Fernando Galán o el teniente Galán. Y es que la vida así como la historia no son sino, en muchas ocasiones, cúmulos de casualidades o giros en una dirección, esperada o no, determinantes y definitivos para que la historia, la trama, en el caso de una novela o la vida, nuestra vida, se dirija por un camino o vaya por otro totalmente diferente. Eso es lo que ocurre con la historia de amor de Inés y Galán, cuando un 19 de octubre de 1944, Inés Ruiz Maldonado, de familia falangista tradicional, decide montar a su caballo Lauro y escapar de su encierro en la casa de verano que su familia tiene en la localidad de Pont de Suert, para dirigirse a cincuenta kilómetros hasta Bossot con una bandeja de rosquillas en una caja de cartón y tres mil pesetas de la época que había conseguido robarle a su hermano Ricardo, importante jefe de Falange y entrar dentro del cuartel general de las tropas republicanas así; de ese modo. Esa era una opción, y esa fue la opción que la protagonista de la historia toma, la otra hubiera sido quedarse allí, en la casa. Permanecer allí humillada y extenuada, a merced de las vejaciones a las que la sometía el capitán Garrido, amigo de su hermano y sabedor de las verdaderas inquietudes republicanas de Inés. Así es la vida, así fueron sus vidas y también así son nuestras vidas, cúmulos insospechados de estos giros del infortunio que determinan nuestros caminos en este azar en el que cada día vivimos.

Así, la historia, la trama, tal y como lo haría cualquiera de los Episodios Nacionales de Galdós, se ceba en demasía en detalles vacuos que aburren hasta quedar hundido en los orejones de la butaca a eso de las cinco de la tarde, y que recuerdan a esas teleseries de época, tan de moda en los últimos años y de producción española, en los que la Guerra Civil es su dimensión temporal y donde el argumento, los contenidos y la trama no avanzan ni a golpe de piñón.

No dejen de leer esta obra, por otro lado necesaria para conocer más esa parte de nuestra desconocida y próxima historia y al mismo tiempo disfrutar con unos personajes extraordinarios, profundos, perfectamente diseñados, perfilados, dibujados y finalmente mareados y sometidos a insoportables "flash back" de velocidad insufrible que no soportaría ni el cuello de Fernando Alonso.
En resumen, novela exageradamente buena por un lado y extenuantemente pesada y lenta, como la hora de las pastas y del té de las cinco de la tarde, por el otro.