domingo, 7 de abril de 2013

Literatura y carreras de montaña. "De que hablo cuando hablo de correr", Haruki Murakami.

Si sois ávidos lectores y amantes de la literatura y también en vuestros ratos libres hacéis deporte y os gusta correr, aquí tenéis un libro que os va a encantar, De que hablo cuando hablo de correr del japonés Haruki Murakami.

Es curioso pero a primera vista parece que literatura y atletismo no tengan nada que ver y deban ser incompatibles. Desde mi propia experiencia decir que eso no tiene porqué ser así, y quizás el hecho de practicar un deporte al tiempo que se realiza una labor intelectual, favorece que la mente esté más ávida y despejada para el trabajo, además de los evidentes beneficios físicos de practicar atletismo de manera continuada. De hecho, así es como lo corrobora el autor.

La propuesta de Murakami va más o menos en esa dirección. La literatura como recorrido de toda una vida y la preparación para las distintas carreras, ambas cosas se unen para ofrecer al lector una obra en la que correr, literatura y vida forman parte de un engranaje indisoluble.

Si hay una disciplina del atletismo que destaque por su extrema dureza, esa es la maratón. Murakami explica de manera concienzuda cómo se prepara una maratón, qué es lo que implica y su relación con la escritura de novelas. Ambas dos se asemejan porque ambas dos disciplinas son trabajos que se relacionan con carreras de fondo, cada una a su estilo, cada una a su manera; de un modo distinto. La una, parte del esfuerzo físico de acomodar el cuerpo poco a poco a la disciplina de correr a diario un elevado número de kilómetros que sirven para que al final, éste se halle adaptado a recorrer largas distancias, a menudo en solitario. La otra la aparentemente menos dura, requiere también del esfuerzo físico de permanecer a diario, con la mente lo más despejada posible durante varias horas sentado en una mesa, pero sobre todo requiere de un esfuerzo de concentración y de perseverancia diaria muy importante.
Así es como, según Murakami, fluyen las novelas, de la soledad, del esfuerzo de concentración diario y de la perseverancia.

Pero correr, según Murakami, también forma parte de su vida cotidiana. Así el autor termina por entretejer una relación diaria con éste deporte en el que, según él la clave se encuentra en tratar de no sobrepasar los límites diarios para guardar siempre algo interesante para el día siguiente.
En definitiva la escritura de una novela y el esfuerzo que conlleva, es similar a la disciplina de preparar y correr una carrera de fondo como una maratón.

Lo cierto es que no es mala moraleja. Quizás de ese modo, todos los seres humanos podríamos conseguir ser más felices.

Muchos de estos pensamientos, algunos de los que reproduzco en estas líneas, se ha vuelto a presentar tras leer el libro de Murakami. Pasión, esfuerzo, modo de vida, escritura, literatura, lectura, carreras de más o menos fondo, todo eso también ahora componen mi vida y forman parte de ésta, no sé si con el mismo éxito que el de Murakami pero al menos sí con la misma pasión y sentido.


Y como de carreras va este post, os dejo esta ruta que realicé  en Semana Santa para realizar caminando o bien en forma de carrera de montaña, que va desde Biniés hasta el Cubilar en las inmediaciones del monte El Trueno, un lugar especial, precioso, único y solitario, como las carreras de fondo, como el ejercicio de la literatura que describe Murakami.


jueves, 21 de febrero de 2013

Obsolescencia de estilo o psicológica, la obsolescencia programada del ser humano.

Quizás estos últimos días haya salido a la palestra de nuevo una palabra como obsolescencia programada, un término no demasiado conocido pero que ya ha sido bautizado como el nuevo motor secreto de la economía.
No es un término nuevo ya que en los años veinte del siglo pasado varios empresarios dueños de grandes marcas de empresas eléctricas "fabricantes de bombillas" se reunieron en Ginebra con el objetivo de crear un cártel de control y de fabricación de dicho producto. La bombilla, ya en esta época, se convierte en el primer producto que va a sufrir los avatares de la obsolescencia programada.
El objetivo del cártel de empresarios no era otro que el de limitar el número de horas de duración de las bombillas a tan solo 1000 horas. A partir de ese momento éstas dejarían de funcionar y se estropearían siendo necesaria así la fabricación de más y más bombillas.

Bombilla del parque de bomberos de Livermore. Lleva más de 100 años encendida.

Numerosos objetos por no decir todos del elenco de cosas materiales que nos invaden y de las que dependemos, se hallan programadas para dejar de funcionar cuando sobrepasan un determinado número de horas. Así, el futuro está más que asegurado, supongo que para algunos, y el sistema, perfectamente orquestado y engranado, no deja de funcionar.
Pero lo peor de todo es que nuestra economía está dominada por una economía de consumo cuya lógica no es crecer para satisfacer nuestras propias necesidades, sino simplemente crecer por crecer. ¿Es ese nuestro mal endémico?

También podemos considerar otros tipos de obsolescencia que tienen que ver con la anterior como es la obsolescencia de estilo o de moda. Se trata de un tipo de obsolescencia programada que se halla intrínseca en nuestro interior, dentro de nosotros, en nuestros deseos y emociones y que obedece a criterios de moda, de estilo o de estar a la última.
Se trata de una especie de círculo vicioso que ha conformado el engranaje de la economía capitalista que hace que los individuos deseemos estar a la última, que a su vez las marcas retroalimentan produciendo nuevos modelos con rapidez para que los anteriores se queden obsoletos pronto.

Comprar, tirar, comprar, fotograma del vídeo .
A buen seguro que todos/as hemos sido tentados respecto de estas cuestiones para tener un nuevo teléfono móvil más moderno y potente que el anterior o para adquirir el último grito en “tablets” con el mejor de los sistemas operativos instalados. Así, esto queda muy lejos de los orígenes e inicios allá por los años veinte, los de la obsolescencia programada, que en ningún momento pensaban y tenían en cuenta los recursos finitos del planeta.
Así, el sistema necesita seguir produciendo más y más con el objetivo de que el engranaje del sistema de producción capitalista no se resquebraje, consumiendo más y más recursos materiales, económicos y energéticos para conseguir sus fines.
De este modo surgen en mi cabeza varias preguntas.

¿Es viable una economía sin obsolescencia programada y sin su impacto en el medio ambiente?

¿Es visible un sistema sin obsolescencia mental o psicológica en el que los individuos, las empresas y el sistema en sí seamos capaces de convivir respetándonos sin asistir de un modo tan agresivo al deseo del consumidor, o es necesario un cambio de sistema por completo además de un cambio de mentalidad?

¿Nos hemos vuelto locos con semejante fiebre consumista?
¿Hasta cuándo vamos a poder seguir consumiendo recursos al ritmo que los consumimos hasta ahora?


Os dejo un vídeo de "youtube" titulado, “La obsolescencia programada; el motor secreto de nuestra economía” emitido en la 2 de TVE. Espero que os haga reflexionar.

domingo, 27 de enero de 2013

Javier Cercas. Las leyes de la frontera


Os recomiendo esta novela de Javier Cercas, Las Leyes de la frontera editada por Mondadori.
Es el último de los libros de este genial autor, quizás uno de los escritores más lúcidos del panorama actual.
Hay varias cosas que a primera vista me atrajeron de este libro. La primera fue que era una novela de Javier Cercas, el autor de de Soldados de Salamina, quizás una de las novelas que más me ha marcado en mi vida. También, que esta novela volvía a retomar después del ensayo de Anatomía de un instante, el periodo de la transición democrática como motor, tema y espacio de la historia.

Es quizás ese periodo uno de los más oscuros de la historia reciente. Pero es también el periodo en el que nacimos los de mi generación, los niños de la generación de la transición, que a pesar de que no participamos en ella nos comimos un buen puñado de restos franquistas por doquier.
Además, la literatura de la transición escasea bastante, y es Cercas uno de los autores que se enfrenta a ella de un modo directo y con una técnica, maestría y dominio del periodo, extraordinario tal y como demostró en Anatomía de un instante.
En este caso Cercas sitúa la historia en el inicio de la transición, el verano de 1978. Así, nos cuenta la historia del Zarco y su banda, un delincuente de poca monta que vive en Gerona, una ciudad de provincias y  que es fruto de la dura realidad de un país que trata de recuperar a marchas forzadas la normalidad después de un largo periodo de dictadura militar.
Cercas propone a un escritor que está realizando una serie de entrevistas para escribir el libro de la vida del Zarco. De este modo conoce en primera persona al Gafitas, uno de los miembros de la banda del Zarco, que es el que va a ir contando la historia en primera persona.
El contrapunto a la versión del Gafitas lo pone el Inspector Cuenca de la policía de Gerona, destinado a esa ciudad con la misión de acabar con la banda. Es el otro de los interlocutores de la historia.
Cañas (el gafitas), el Zarco, la Tere, configuran un elenco de interesantes personajes a los que se les une una narración trepidante y una trama que te engancha desde el primer párrafo con sus verbos de acción y sus historias entrelazadas, entremezcladas y diluidas por el diálogo de los personajes que están en el otro nivel de la trama como es el caso del escritor o el propio Cañas.
Un libro muy recomendable que no debéis dejar de leer. Si empezáis ya no podréis parar.