Si sois ávidos lectores y amantes de la literatura y también en vuestros ratos libres hacéis deporte y os gusta correr, aquí tenéis un libro que os va a encantar, De que hablo cuando hablo de correr del japonés Haruki Murakami.
Es curioso pero a primera vista parece que literatura y atletismo no tengan nada que ver y deban ser incompatibles. Desde mi propia experiencia decir que eso no tiene porqué ser así, y quizás el hecho de practicar un deporte al tiempo que se realiza una labor intelectual, favorece que la mente esté más ávida y despejada para el trabajo, además de los evidentes beneficios físicos de practicar atletismo de manera continuada. De hecho, así es como lo corrobora el autor.
La propuesta de Murakami va más o menos en esa dirección. La literatura como recorrido de toda una vida y la preparación para las distintas carreras, ambas cosas se unen para ofrecer al lector una obra en la que correr, literatura y vida forman parte de un engranaje indisoluble.
Si hay una disciplina del atletismo que destaque por su extrema dureza, esa es la maratón. Murakami explica de manera concienzuda cómo se prepara una maratón, qué es lo que implica y su relación con la escritura de novelas. Ambas dos se asemejan porque ambas dos disciplinas son trabajos que se relacionan con carreras de fondo, cada una a su estilo, cada una a su manera; de un modo distinto. La una, parte del esfuerzo físico de acomodar el cuerpo poco a poco a la disciplina de correr a diario un elevado número de kilómetros que sirven para que al final, éste se halle adaptado a recorrer largas distancias, a menudo en solitario. La otra la aparentemente menos dura, requiere también del esfuerzo físico de permanecer a diario, con la mente lo más despejada posible durante varias horas sentado en una mesa, pero sobre todo requiere de un esfuerzo de concentración y de perseverancia diaria muy importante.
Así es como, según Murakami, fluyen las novelas, de la soledad, del esfuerzo de concentración diario y de la perseverancia.
Pero correr, según Murakami, también forma parte de su vida cotidiana. Así el autor termina por entretejer una relación diaria con éste deporte en el que, según él la clave se encuentra en tratar de no sobrepasar los límites diarios para guardar siempre algo interesante para el día siguiente.
En definitiva la escritura de una novela y el esfuerzo que conlleva, es similar a la disciplina de preparar y correr una carrera de fondo como una maratón.
Lo cierto es que no es mala moraleja. Quizás de ese modo, todos los seres humanos podríamos conseguir ser más felices.
Muchos de estos pensamientos, algunos de los que reproduzco en estas líneas, se ha vuelto a presentar tras leer el libro de Murakami. Pasión, esfuerzo, modo de vida, escritura, literatura, lectura, carreras de más o menos fondo, todo eso también ahora componen mi vida y forman parte de ésta, no sé si con el mismo éxito que el de Murakami pero al menos sí con la misma pasión y sentido.
Y como de carreras va este post, os dejo esta ruta que realicé en Semana Santa para realizar caminando o bien en forma de carrera de montaña, que va desde Biniés hasta el Cubilar en las inmediaciones del monte El Trueno, un lugar especial, precioso, único y solitario, como las carreras de fondo, como el ejercicio de la literatura que describe Murakami.
El cadáver exquisito.com
Un "blog" de creación espontánea, anónima, grupal, intuitiva, lúdica y sobre todo automática.
domingo, 7 de abril de 2013
jueves, 21 de febrero de 2013
Obsolescencia de estilo o psicológica, la obsolescencia programada del ser humano.
Quizás estos últimos días haya salido a la palestra de nuevo una palabra como obsolescencia programada, un término no demasiado conocido pero que ya ha sido bautizado como el nuevo motor secreto de la economía.
No es un término nuevo ya que en los años veinte del siglo pasado varios empresarios dueños de grandes marcas de empresas eléctricas "fabricantes de bombillas" se reunieron en Ginebra con el objetivo de crear un cártel de control y de fabricación de dicho producto. La bombilla, ya en esta época, se convierte en el primer producto que va a sufrir los avatares de la obsolescencia programada.
El objetivo del cártel de empresarios no era otro que el de limitar el número de horas de duración de las bombillas a tan solo 1000 horas. A partir de ese momento éstas dejarían de funcionar y se estropearían siendo necesaria así la fabricación de más y más bombillas.
Numerosos objetos por no decir todos del elenco de cosas materiales que nos invaden y de las que dependemos, se hallan programadas para dejar de funcionar cuando sobrepasan un determinado número de horas. Así, el futuro está más que asegurado, supongo que para algunos, y el sistema, perfectamente orquestado y engranado, no deja de funcionar.
Pero lo peor de todo es que nuestra economía está dominada por una economía de consumo cuya lógica no es crecer para satisfacer nuestras propias necesidades, sino simplemente crecer por crecer. ¿Es ese nuestro mal endémico?
También podemos considerar otros tipos de obsolescencia que tienen que ver con la anterior como es la obsolescencia de estilo o de moda. Se trata de un tipo de obsolescencia programada que se halla intrínseca en nuestro interior, dentro de nosotros, en nuestros deseos y emociones y que obedece a criterios de moda, de estilo o de estar a la última.
Se trata de una especie de círculo vicioso que ha conformado el engranaje de la economía capitalista que hace que los individuos deseemos estar a la última, que a su vez las marcas retroalimentan produciendo nuevos modelos con rapidez para que los anteriores se queden obsoletos pronto.
A buen seguro que todos/as hemos sido tentados respecto de estas cuestiones para tener un nuevo teléfono móvil más moderno y potente que el anterior o para adquirir el último grito en “tablets” con el mejor de los sistemas operativos instalados. Así, esto queda muy lejos de los orígenes e inicios allá por los años veinte, los de la obsolescencia programada, que en ningún momento pensaban y tenían en cuenta los recursos finitos del planeta.
Así, el sistema necesita seguir produciendo más y más con el objetivo de que el engranaje del sistema de producción capitalista no se resquebraje, consumiendo más y más recursos materiales, económicos y energéticos para conseguir sus fines.
De este modo surgen en mi cabeza varias preguntas.
¿Es viable una economía sin obsolescencia programada y sin su impacto en el medio ambiente?
¿Es visible un sistema sin obsolescencia mental o psicológica en el que los individuos, las empresas y el sistema en sí seamos capaces de convivir respetándonos sin asistir de un modo tan agresivo al deseo del consumidor, o es necesario un cambio de sistema por completo además de un cambio de mentalidad?
¿Nos hemos vuelto locos con semejante fiebre consumista?
¿Hasta cuándo vamos a poder seguir consumiendo recursos al ritmo que los consumimos hasta ahora?
Os dejo un vídeo de "youtube" titulado, “La obsolescencia programada; el motor secreto de nuestra economía” emitido en la 2 de TVE. Espero que os haga reflexionar.
No es un término nuevo ya que en los años veinte del siglo pasado varios empresarios dueños de grandes marcas de empresas eléctricas "fabricantes de bombillas" se reunieron en Ginebra con el objetivo de crear un cártel de control y de fabricación de dicho producto. La bombilla, ya en esta época, se convierte en el primer producto que va a sufrir los avatares de la obsolescencia programada.
El objetivo del cártel de empresarios no era otro que el de limitar el número de horas de duración de las bombillas a tan solo 1000 horas. A partir de ese momento éstas dejarían de funcionar y se estropearían siendo necesaria así la fabricación de más y más bombillas.
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| Bombilla del parque de bomberos de Livermore. Lleva más de 100 años encendida. |
Numerosos objetos por no decir todos del elenco de cosas materiales que nos invaden y de las que dependemos, se hallan programadas para dejar de funcionar cuando sobrepasan un determinado número de horas. Así, el futuro está más que asegurado, supongo que para algunos, y el sistema, perfectamente orquestado y engranado, no deja de funcionar.
Pero lo peor de todo es que nuestra economía está dominada por una economía de consumo cuya lógica no es crecer para satisfacer nuestras propias necesidades, sino simplemente crecer por crecer. ¿Es ese nuestro mal endémico?
También podemos considerar otros tipos de obsolescencia que tienen que ver con la anterior como es la obsolescencia de estilo o de moda. Se trata de un tipo de obsolescencia programada que se halla intrínseca en nuestro interior, dentro de nosotros, en nuestros deseos y emociones y que obedece a criterios de moda, de estilo o de estar a la última.
Se trata de una especie de círculo vicioso que ha conformado el engranaje de la economía capitalista que hace que los individuos deseemos estar a la última, que a su vez las marcas retroalimentan produciendo nuevos modelos con rapidez para que los anteriores se queden obsoletos pronto.
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| Comprar, tirar, comprar, fotograma del vídeo . |
Así, el sistema necesita seguir produciendo más y más con el objetivo de que el engranaje del sistema de producción capitalista no se resquebraje, consumiendo más y más recursos materiales, económicos y energéticos para conseguir sus fines.
De este modo surgen en mi cabeza varias preguntas.
¿Es viable una economía sin obsolescencia programada y sin su impacto en el medio ambiente?
¿Es visible un sistema sin obsolescencia mental o psicológica en el que los individuos, las empresas y el sistema en sí seamos capaces de convivir respetándonos sin asistir de un modo tan agresivo al deseo del consumidor, o es necesario un cambio de sistema por completo además de un cambio de mentalidad?
¿Nos hemos vuelto locos con semejante fiebre consumista?
¿Hasta cuándo vamos a poder seguir consumiendo recursos al ritmo que los consumimos hasta ahora?
Os dejo un vídeo de "youtube" titulado, “La obsolescencia programada; el motor secreto de nuestra economía” emitido en la 2 de TVE. Espero que os haga reflexionar.
domingo, 27 de enero de 2013
Javier Cercas. Las leyes de la frontera
Os recomiendo esta novela de Javier Cercas, Las Leyes de la frontera editada por Mondadori.
Es el último de los libros de este genial autor, quizás uno de los escritores más lúcidos del panorama actual.
Hay varias cosas que a primera vista me atrajeron de este libro. La primera fue que era una novela de Javier Cercas, el autor de de Soldados de Salamina, quizás una de las novelas que más me ha marcado en mi vida. También, que esta novela volvía a retomar después del ensayo de Anatomía de un instante, el periodo de la transición democrática como motor, tema y espacio de la historia.
Es quizás ese periodo uno de los más oscuros de la historia reciente. Pero es también el periodo en el que nacimos los de mi generación, los niños de la generación de la transición, que a pesar de que no participamos en ella nos comimos un buen puñado de restos franquistas por doquier.
Además, la literatura de la transición escasea bastante, y es Cercas uno de los autores que se enfrenta a ella de un modo directo y con una técnica, maestría y dominio del periodo, extraordinario tal y como demostró en Anatomía de un instante.
En este caso Cercas sitúa la historia en el inicio de la transición, el verano de 1978. Así, nos cuenta la historia del Zarco y su banda, un delincuente de poca monta que vive en Gerona, una ciudad de provincias y que es fruto de la dura realidad de un país que trata de recuperar a marchas forzadas la normalidad después de un largo periodo de dictadura militar.
Cercas propone a un escritor que está realizando una serie de entrevistas para escribir el libro de la vida del Zarco. De este modo conoce en primera persona al Gafitas, uno de los miembros de la banda del Zarco, que es el que va a ir contando la historia en primera persona.
El contrapunto a la versión del Gafitas lo pone el Inspector Cuenca de la policía de Gerona, destinado a esa ciudad con la misión de acabar con la banda. Es el otro de los interlocutores de la historia.
Cañas (el gafitas), el Zarco, la Tere, configuran un elenco de interesantes personajes a los que se les une una narración trepidante y una trama que te engancha desde el primer párrafo con sus verbos de acción y sus historias entrelazadas, entremezcladas y diluidas por el diálogo de los personajes que están en el otro nivel de la trama como es el caso del escritor o el propio Cañas.
Un libro muy recomendable que no debéis dejar de leer. Si empezáis ya no podréis parar.
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domingo, 30 de diciembre de 2012
“La invención de la soledad” de Paul Auster, una historia distinta.
No sé el porqué de esta puta manía de escribir un post después de la lectura de alguno de los libros que leo, pero en ocasiones es como una necesidad imperiosa el poder vomitar, a botepronto, cuáles han sido las sensaciones que has tenido y que te han ido invadiendo sobre la lectura del mismo.
Ahora, cuando escribo este post, no pienso en la persona narrativa que debo de escoger para escribirlo, pero me siento cómodo escribiéndolo en primera persona, como algo cercano, personal, próximo fácil, que sale solo.
Auster, en esta enésima propuesta, propone un libro muy personal. Se trata de una de sus primeras obras que se halla dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera se titula “Relato de un hombre invisible” En ella el autor desde la primera persona narrativa y casi a modo de diario y de reflexión de su vida, repasa algunos de los momentos que le han marcado, como el del nacimiento de sus hijos o el del matrimonio y su posterior divorcio.
La segunda se titula “El libro de la memoria” En ella un personaje llamado A. repasa de un modo inconexo algunos episodios de su vida, a modo de ensayo cuasi filosófico en ocasiones.
Imagen de la huerta familiar, donde con frecuencia iba con mi padre en mi adolescencia a trabajar y a echarle una mano en su acondicionamiento y labores de limpieza de zarzas, árboles frutales y malas hierbas. Es por la tarde y anochece pronto así que el frío arrecia y la noche está a punto de caer. La soledad y el silencio se hacen presentes mientras el sol declina por el horizonte desplegando sus últimos rayos. Es en ese momento, cuando camino hacia el interior del terreno de la huerta y los recuerdos en soledad me invaden. Es ahora cuando vienen a mi memoria recuerdos de mi personaje siendo niño y ayudándole a mi padre; las mañanas de los sábados, soleadas, frías, con la escarcha todavía presente en las hierbas y en las copas de los chopos, cortando las malas hierbas con las tijeras de podar o seleccionando los chopos muy grandes y desgastados para el aprovechamiento de la leña, para que los más pequeños, solos y sin la maleza de alrededor pudieran crecer mejor.
Es ahora cuando también veo a mi hijo ayudándome a limpiar las mismas matas, los mismos árboles que trabajé con mi padre, aquellos que limpiamos y dejamos listos para que crecieran esbeltos, libres de ataduras hace ahora muchos años, en el mismo lugar en el que me hallo, contento, feliz, igual que yo lo estaba en aquel momento, muy lejos de la visión que el personaje de de Paul Auster en la primera parte del libro posee de su padre, y de cómo se siente (invisible) ante los ojos de éste.
Ni siquiera el nacimiento de su hijo es capaz de conmover la frialdad del padre, ni su comportamiento, ni sus hábitos. Nada. Es tras su muerte, y después del descubrimiento que Paul hace de una caja que contiene documentación personal del padre, cuando descubre algunas cosas personales de su pasado. Quizás esas cosas han conformado ese carácter en la actualidad. Quizás ese carácter, el del padre, también se halle en él mismo y quien sabe si también en el de su hijo.
Pero todo esto es ficción, es imaginación, y nosotros, somos solo invención dentro de este relato, de ese momento fantástico, breve, preciso en la huerta familiar, a pesar de que los límites y las fronteras de la realidad, o quién sabe si de la ficción sean en muchas ocasiones volubles y sencillas, franqueables y maleables, donde los hijos se convierten en padres y los padres han sido los hijos, tanto en la realidad como en la ficción.
Es solo en este juego de ficción donde las cosas suceden así. Es solo en estos momentos de soledad personal, en los que se pueden construir y reconstruir estos juegos de la memoria. La memoria parece que forma parte y se desarrolla en todo su esplendor, dentro de algún aparatado de la soledad, por lo tanto, es en la soledad donde se establecen nuestras conexiones neuronales para restablecerlas de nuevo y llevarlas a efecto, de verdad, en el mundo de la realidad, o en la ficción, tal y como ocurre en este relato a través de la construcción de productos reales en forma de relatos como este, recuerdos que nos invaden o propuestas constructivas en forma de proyectos vitales.
Pero entonces la pregunta es; ¿cuál es el mundo de la realidad y cual el de la ficción? Somos hijos de verdad que nos convertimos en padres y todo esto sucede dentro de un decorado como en “El Show de Truman” o como la realidad virtual de “Matrix”. Nuestra imaginación es parte de un programa informático en el que se hallan compuestas todas nuestras imágenes y recuerdos que tenemos desde que nacemos, además de algunas más que se pueden añadir y que provienen de la herencia recibida de nuestros padres, o vivimos en el mudo real en el que de verdad hace frió y calor, hay una crisis real y todo sucede según el devenir científico, técnico y normal de las cosas, dentro del este universo, y movimiento planetario en el que vivimos.
Como es una cosa a la que no puedo responder, me quedo con la propuesta de Auster, con la necesidad de reinventar la soledad como elemento que nos sirve para potenciar la memoria y entresacar los recuerdos y de ello extraer historias de ficción bonitas o recuerdos reales imborrables que nos sirvan para mejorar como personas y dar lo mejor de nosotros mismo a los demás.
Aquí os dejo un enlace en el que podréis descubrir un poco más de algunas de las cosas que nos cuenta este libro tan personal de Auster.
domingo, 7 de octubre de 2012
Transmigración.
Transmigración significa el paso de la conciencia a otro cuerpo. La transmigración sucede también cuando un ser decide tomar un cuerpo humano o la conciencia de un ser humano se incorpora a la de los ángeles.
Quizás sea esta la acepción más válida y útil para este poema de Miguel Labordeta titulado precisamente así, Transmigración y que pertenece a su libro Transeunte Central.
Seguramente esta poesía y ese “me da igual” de rebelión final, no nos sirven para utilizarse como ejemplo o moraleja respecto de los momentos de crisis en los que vivimos en la actualidad, porque su visión es justo la contraria ya que toma un punto de vista existencial del desarrollo vital.
Aunque, salvando las distancias como decimos, quizás ese último “me da igual” podría trasladarse al estado de desconsuelo actual, por los recortes, mermas, paro, etc. “Me da igual” si que encajaría en este caso, y al respecto de lo que está sucediendo, con algunos aspectos relativos a la pérdida de identidad y de dignidad de colectivos o de personas, propiciado por este galopante desmantelamiento del estado del bienestar en las que parece que además de manifestarse en contra y de rebelarse contra lo que está sucediendo, hay que tener grandes dosis de paciencia que se ponen de manifiesto en este pasota y aberrante grito desconsolado en forma de“me da igual”
Pero, a pesar de que la visión del poema es otra, como hemos dicho bastante más pesimista y poco cargada de entusiasmo, de destrucción de la propia historia – olvido personal de la voz del poeta ante el paso del tiempo – destrucción, me quedo con el fantástico mundo y con el maravilloso viaje que propone la voz poética. Una vez que su cuerpo ya se ha destruido y se ha convertido en alma, la voz poética se va a disfrazar y a ataviar con restos de gasa blanca para rehacer su cuerpo, un cuerpo que no posee masa corporal, para llevar a cabo un viaje maravilloso por algunos curiosos lugares de la ciudad; como si de un hombre invisible se tratase. Así pues, comienza el viaje.
Me gusta mucho la expresión de “filtrarse por los resquicios de las soperas familiares” donde presenta esa connotación rancia de caldo recién hecho y de tarde de domingo en casa de familia de posibles. (donde hay huesos de caldo)
También la imagen de severos y ricos propietarios de fincas rústicas bailando y danzando al son de la varita mágica, como si se tratase de marionetas bufonescas movidas, realizando un baile obsceno, caprichoso.
Y por último, en este viajar y volar transustanciado del poeta, ese devorar “estrella tras estrella, golosina” como si de un niño que tiene a su disposición todo el universo estelar lleno de dulces para él. Es un magnífico viaje.
Me quedo con esto.
Aquí os dejo el poema para que podáis leerlo y reflexionar.
Transmigración.
Sepultado en mis 27 años recién cumplidos
limpio mis viejos zapatos de polvo estelar
y contemplo mordido de tristeza
el horror sangriento de úteros mortecinos.
Raudo y penosamente
me convierto en fantasma indiscreto.
Me divierto extraordinariamente.
Vuelo audaz sobre las amplias avenidas
con mis manos de gasa tumefacta.
Vuelco los trolebuses azul turquesa
donde viaja mi estúpida niñita muy amada.
Impalpable me filtro
por los resquicios de las soperas familiales.
Escucho direcciones contrarias
juegos de mus y aburrimientos
y con mi varita mágica de aparecido
hago danzar estrepitosamente
a severos propietarios de fincas rústicas
por las veletas de los campanarios antíguos
donde sueñan su cielo
los elefantes del zoológico.
Bajo la digna dirección
de ventrudos conserjes con bigote
juego al mundo
en un arrugado viento de funestos.
Voy haciendo girones sobrecitos
con el pobre universo amilanado.
Devoro estrella tras estrella golosina
y un río dulce me va durmiendo
en las entrañas de cierta rosa lacia.
Agoto trascendencias
y trato a puntapiés
venerables distancias de años luz.
Me impongo astutamente a los espejos.
Engaño a las ardillas fosforescentes
que gobiernan Andrómeda
y a los horribles cieguecitos de Alatir
los fusilo
convenciéndolos plenamente
de mi superioridad espiritual.
Regreso ya cansado
a mi nada de de humana ratita disecada
o prófugo bolsillo.
Desapareció hace sueño
mi sepultura bajo las lluvias atroces
de tanto otoño falaz.
Y solo cierta pura rosa podrida
Me sirve de envoltura resurrecta.
Me despojo. Y desnudo de carne y espíritu
me tumbo tranquilamente muerto.
¡Pasen ante mí sin historia
cursos y colinas y necias colegialas
los siglos y los mundos!
¡Me da igual!
Destruí definitivamente
mi obtuso despertador cardíaco.
Miguel Labordeta. "Transmigración" Transeunte Central.
martes, 2 de octubre de 2012
Mesa d´os Tres Reis
Continuamos con otra ascensión a uno de los montes más importantes del Valle de Ansó persiguiendo nuestro objetivo de recorrer la mayor parte de lugares, cimas y rincones de este valle magnífico, pleno de espantabruxas, boiras, hermosas chamineras y gentes maravillosas.
Es uno de los montes míticos de nuestro Pirineo Occidental que hace muga con Navarra y con Francia.
Lo cierto es que el Valle de Ansó es uno de los valles pirenaicos más verdes y húmedos debido al buen número de precipitaciones que caen durante todo el año y por su carácter eminentemente atlántico. Pero este día, todo el valle estaba bastante seco y los prados verdes y frondosos de antaño, ahora casi eran amarillentas praderas casi sacadas de la estepa africana. El viento en sus fuertes rachas, arrastraba oleadas de polvo seco que hacían que tuvieras que cerrar los ojos. Y para muestra un botón. Esta es la foto del collado a 1990 metros de altura con la pirámide del pico Maz, Txamantxoia al fondo.
Pero dejando a un lado esa pequeña decepción de encontrarme con una postal bastante poco corriente, la excursión fue magnífica y realmente dura. El refugio de Linza marca el inicio de la excursión a unos 1400 metros de altura. La ascensión hasta el collado quizás es la parte más hermosa, pues ésta se realiza por verdes praderas y exquisitos mantos de hierba verdes, ahora amarillentos, surcados por un sendero muy evidente y marcado. Esta primera parte de la ascensión se comparte con la subida a Petrechema.
Es a partir del collado donde la senda vuelve a descender ya con la perspectiva, a un lado del Petrechema y al otro de la Mesa d ós Tres Reis.
Parece que el sendero vaya a irse hacia otro lugar distinto al de la cima, cuando de repente vuelve a girar a la derecha para encontrarnos, media hora más tarde, con la Foya d´a Solana. Llevamos aproximadamente una hora y veinte de excursión y estamos extenuados. Hasta llegar aquí hemos intentado trotar por el monte, aunque más que trotar es un andar rápido solo aprovechado en los momentos de descenso, de allí que los tiempos sean algo inferiores a los que se harían caminando.
Unos veinte minutos después y tras ver en las indicaciones que todavía nos queda una hora y cuarenta y cinco minutos, es decir, casi la mitad de la excursión, topamos con la inmensa mole de la Mesa en todo su esplendor.
Solo queda ascender todo esto. Bueno pues a por ello.
Después de caminar y correr unos veinticinco minutos, hace su aparición de repente una zona de lapiaz, antes de afrontar la ascensión final. Debemos caminar con cuidado para evitar torceduras en los tobillos.
La imagen de la cima de la Mesa nos acompaña, imponente, devolviéndonos continuamente a la realidad del duro tramo que nos queda.
A partir de aquí y tras salvar un leve descenso, estamos a 2180 metros, solo nos queda afrontar la dura parte final. Ésta, es la típica de todas las ascensiones pirenaicas en las que el predominan las rocas y desaparece por completo la vegetación.
Tras superar algunos tramos en los que es necesario trepar algo con las manos, divisamos la cima muy próxima. Ya estamos a 2290 metros. Solo nos queda el asalto final.
El camino se estrecha y la senda asciende casi vertical. Solo nos queda salvar un tramo en el que hemos de usar las manos para trepar. De repente, y tras salvar una especie de recodo, accedemos a la cima. En ella encontramos una réplica del Castillo de Javier. Es un momento magnífico. Parece que las líneas de las mugas de los tres reinos pasen por delante de la cara trazadas por cuerdas imaginarias sujetas en por las cimas de los montes próximos. Solo así podemos dejar libre nuestra imaginación y retroceder unos cuantos siglos atrás, cuando los reyes de Aragón, Navarra y Francia, debían reunirse en la cima para dirimir algunos tratados y Facerías. Aunque, que eso fuera así, parezca hasta difícil de imaginar.
Dejando a un lado estas cosas, quizás las imágenes desde lo más alto con el Circo de Lescún al fondo y el Lac de Lhurs son lo más sobrecogedor de una cima mítica e interesante.
Ruta ascensión Mesa d ós Tres Reis.
Es uno de los montes míticos de nuestro Pirineo Occidental que hace muga con Navarra y con Francia.
Lo cierto es que el Valle de Ansó es uno de los valles pirenaicos más verdes y húmedos debido al buen número de precipitaciones que caen durante todo el año y por su carácter eminentemente atlántico. Pero este día, todo el valle estaba bastante seco y los prados verdes y frondosos de antaño, ahora casi eran amarillentas praderas casi sacadas de la estepa africana. El viento en sus fuertes rachas, arrastraba oleadas de polvo seco que hacían que tuvieras que cerrar los ojos. Y para muestra un botón. Esta es la foto del collado a 1990 metros de altura con la pirámide del pico Maz, Txamantxoia al fondo.
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| Collado de Petrechema. |
Pero dejando a un lado esa pequeña decepción de encontrarme con una postal bastante poco corriente, la excursión fue magnífica y realmente dura. El refugio de Linza marca el inicio de la excursión a unos 1400 metros de altura. La ascensión hasta el collado quizás es la parte más hermosa, pues ésta se realiza por verdes praderas y exquisitos mantos de hierba verdes, ahora amarillentos, surcados por un sendero muy evidente y marcado. Esta primera parte de la ascensión se comparte con la subida a Petrechema.
Es a partir del collado donde la senda vuelve a descender ya con la perspectiva, a un lado del Petrechema y al otro de la Mesa d ós Tres Reis.
Parece que el sendero vaya a irse hacia otro lugar distinto al de la cima, cuando de repente vuelve a girar a la derecha para encontrarnos, media hora más tarde, con la Foya d´a Solana. Llevamos aproximadamente una hora y veinte de excursión y estamos extenuados. Hasta llegar aquí hemos intentado trotar por el monte, aunque más que trotar es un andar rápido solo aprovechado en los momentos de descenso, de allí que los tiempos sean algo inferiores a los que se harían caminando.
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| Indicaciones en a Foya d ´a Solana. |
Unos veinte minutos después y tras ver en las indicaciones que todavía nos queda una hora y cuarenta y cinco minutos, es decir, casi la mitad de la excursión, topamos con la inmensa mole de la Mesa en todo su esplendor.
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| Cima de a Mesa. |
Solo queda ascender todo esto. Bueno pues a por ello.
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| Divisamos la cima muy cerca. |
Después de caminar y correr unos veinticinco minutos, hace su aparición de repente una zona de lapiaz, antes de afrontar la ascensión final. Debemos caminar con cuidado para evitar torceduras en los tobillos.
La imagen de la cima de la Mesa nos acompaña, imponente, devolviéndonos continuamente a la realidad del duro tramo que nos queda.
A partir de aquí y tras salvar un leve descenso, estamos a 2180 metros, solo nos queda afrontar la dura parte final. Ésta, es la típica de todas las ascensiones pirenaicas en las que el predominan las rocas y desaparece por completo la vegetación.
Tras superar algunos tramos en los que es necesario trepar algo con las manos, divisamos la cima muy próxima. Ya estamos a 2290 metros. Solo nos queda el asalto final.
El camino se estrecha y la senda asciende casi vertical. Solo nos queda salvar un tramo en el que hemos de usar las manos para trepar. De repente, y tras salvar una especie de recodo, accedemos a la cima. En ella encontramos una réplica del Castillo de Javier. Es un momento magnífico. Parece que las líneas de las mugas de los tres reinos pasen por delante de la cara trazadas por cuerdas imaginarias sujetas en por las cimas de los montes próximos. Solo así podemos dejar libre nuestra imaginación y retroceder unos cuantos siglos atrás, cuando los reyes de Aragón, Navarra y Francia, debían reunirse en la cima para dirimir algunos tratados y Facerías. Aunque, que eso fuera así, parezca hasta difícil de imaginar.
Dejando a un lado estas cosas, quizás las imágenes desde lo más alto con el Circo de Lescún al fondo y el Lac de Lhurs son lo más sobrecogedor de una cima mítica e interesante.
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| Desde la cima con el Circo de Lescún al fondo. |
Ruta ascensión Mesa d ós Tres Reis.
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