Todavía recuerdo cuando estudiaba hace muchos años el COU en Huesca y mi profesor de latín, en algunas de sus excursiones por los cerros de Úbeda ya nos hablaba de la personalidad del economista José Luis Sampedro. Recuerdo que nos pasó para su lectura Las fuerzas económicas de nuestro tiempo, un trabajo en el que el autor ya comenzaba a mostrar su personalidad de “visionario” de la realidad económica, muy desligada y desmarcada de los estudios academicistas convencionales.
Hoy José Luis Sampedro, es con noventa y cuatro años una de las mentes más despejadas de la realidad en la que nos movemos, además de autor de numerosos ensayos y de obras literarias de referencia.
Destacada es su última obra Cuarteto para un solista, en la un viejo profesor anciano ingresado en un sanatorio reflexiona con la ayuda de uno de sus psicólogos el cual ejerce de confidente.
El libro se divide en seis capítulos donde los cuatro elementos; la tierra el aire, el agua y el fuego, viajan a Tombuctú, Tahití, Ginebra, Venecia y Knossos, lugares emblemáticos para cada uno de ellos, en los que disertarán sobre la realidad pasada de cada uno, sobre del mundo actual y también sobre lo que representan esas ciudades para la historia de la humanidad.
La estructura de la obra es la siguiente. Las disertaciones de los cuatro elementos son el caldo de cultivo de los relatos del viejo profesor, el cual deja para su lectura a sus confidentes dentro del sanatorio, su psicólogo y Melina, una enfermera ficticia con la que charla.

En Tombuctú los cuatro elementos, al amparo y a merced de las arenas del desierto, llevan a cabo una reflexión sobre el origen de los cuatro elementos sucedido en la ciudad de Tales por parte de Mileto o Émpedocles. La reflexión se centrará sobre las deidades de la época en la que la pluralidad de dioses cuasi humanos se compara hoy día con el traspaso de papeles, donde los hombres se llegan a creer dioses.
Si bien Tahití es otro de los puntos de unión de los cuatro, también la figura de Gauguin y su amada libertad buscada en aquellas tierras lejanas donde el paraíso siempre estaba en la otra esquina es el punto de reflexión sobre lo que es la libertad en estado puro y sobre lo que significa el hombre en su estado natural y el hombre reflexión en su sometimiento a la cultura a la tradición y a la imposición de los estados.
Es motivo de reflexión de nuevo el ser en la ciudad de Ginebra. El ser humano y la existencia del alma en esa doble dualidad con el cuerpo genera su conciencia y también dota al ser humano de una superioridad que malutiliza en contra un desequilibrio ecológico y natural insostenible que llega a originar guerras y catástrofes nucleares.
Si bien es Suiza una ciudad clave debido a lo que significa en la actualidad y donde el poder del dinero es muy importante ahora y también antaño. Será Calvino el que desde dentro de los valores de la moral católica pronunciará que el hombre que se enriquecía con su trabajo y su inteligencia era grato a los ojos de Dios. Se supone por lo tanto una sustitución de la moral y de Dios por el dinero.
También Ginebra es la ciudad de Rousseau el cual en su contrato social defendía la bondad del hombre por naturaleza pero que éste, finalmente, acaba corrompido por la civilización. Rousseau defiende la hermosa fuerza de la vida y el progreso en armonía y combate la soberbia y las falsas creencias. Justo lo contrario de lo que hacemos hoy.
Es en el capítulo de Venecia en el que los cuatro hablan del nacimiento de Europa como si del nacimiento y germinación de un árbol se tratase. Si bien las reflexiones comienzan ya en Creta con la cultura Minoica y preeuropea luego será Grecia y luego Roma con aportaciones valiosísimas por parte de pensadores y de filósofos los que contribuyan al nacimiento y crecimiento de ese nuevo árbol, el cual adquiere una dimensión extraordinaria hasta aproximadamente el siglo XV, época de colonizaciones y de expansiones hacia otros continentes. Será el poder del dinero con los metales y los minerales que venían de los nuevos lugares descubiertos los que van a torcer ese crecimiento armónico del árbol, desplazando la intensidad y la fuerza de la bondad humanas por el poder del dinero. Todavía los cuatro encuentran una vía de escape en el siglo XVIII con ideas como la del propio Rousseau o Voltaire, donde se esperaba lo mejor del hombre, pero ya todo es decrépito.

Pero es en knossos en donde se articula un verdadero mensaje de esperanza. Es el ser parte del cosmos el cual rige los todos los designios. Si hay cambios sustanciales, son parte de los cambios del ser y de su vida global. La existencia humana es una pequeña parte de esa existencia global.
Rechazo por lo tanto del antropocentrismo y la idea de barbarie como parte del proceso de metamorfosis. Pero la esperanza se halla en que tras tanto cambio negativo como posiblemente se aventura, se pueda alcanzar un uso humano de los seres humanos, por lo que todos y los jóvenes con esa energía y hacia ese cometido pueden y deben prosperar en el intento de un mundo mejor y más libre y con más libertades.
