domingo, 30 de diciembre de 2012

“La invención de la soledad” de Paul Auster, una historia distinta.


No sé el porqué de esta puta manía de escribir un post después de la lectura de alguno de los libros que leo, pero en ocasiones es como una necesidad imperiosa el poder vomitar, a botepronto, cuáles han sido las sensaciones que has tenido y que te han ido invadiendo sobre la lectura del mismo.

Ahora, cuando escribo este post, no pienso en la persona narrativa que debo de escoger para escribirlo, pero me siento cómodo escribiéndolo en primera persona, como algo cercano, personal, próximo fácil, que sale solo.

Auster, en esta enésima propuesta, propone un libro muy personal. Se trata de una de sus primeras obras que se halla dividida en dos partes claramente diferenciadas. La primera se titula “Relato de un hombre invisible” En ella el autor desde la primera persona narrativa y casi a modo de diario y de reflexión de su vida, repasa algunos de los momentos que le han marcado, como el del nacimiento de sus hijos o el del matrimonio y su posterior divorcio.
La segunda se titula “El libro de la memoria” En ella un personaje llamado A. repasa de un modo inconexo algunos episodios de su vida, a modo de ensayo cuasi filosófico en ocasiones.

Imagen de la huerta familiar, donde con frecuencia iba con mi padre en mi adolescencia a trabajar y a echarle una mano en su acondicionamiento y labores de limpieza de zarzas, árboles frutales y malas hierbas. Es por la tarde y anochece pronto así que el frío arrecia y la noche está a punto de caer. La soledad y el silencio se hacen presentes mientras el sol declina por el horizonte desplegando sus últimos rayos. Es en ese momento, cuando camino hacia el interior del terreno de la huerta y los recuerdos en soledad me invaden. Es ahora cuando vienen a mi memoria recuerdos de mi personaje siendo niño y ayudándole a mi padre; las mañanas de los sábados, soleadas, frías, con la escarcha todavía presente en las hierbas y en las copas de los chopos, cortando las malas hierbas con las tijeras de podar o seleccionando los chopos muy grandes y desgastados para el aprovechamiento de la leña, para que los más pequeños, solos y sin la maleza de alrededor pudieran crecer mejor.

Es ahora cuando también veo a mi hijo ayudándome a limpiar las mismas matas, los mismos árboles que trabajé con mi padre, aquellos que limpiamos y dejamos listos para que crecieran esbeltos, libres de ataduras hace ahora muchos años, en el mismo lugar en el que me hallo, contento, feliz, igual que yo lo estaba en aquel momento, muy lejos de la visión que el personaje de de Paul Auster en la primera parte del libro posee de su padre, y de cómo se siente (invisible) ante los ojos de éste.
Ni siquiera el nacimiento de su hijo es capaz de conmover la frialdad del padre, ni su comportamiento, ni sus hábitos. Nada. Es tras su muerte, y después del descubrimiento que Paul hace de una caja que contiene documentación personal del padre, cuando descubre algunas cosas personales de su pasado. Quizás esas cosas han conformado ese carácter en la actualidad. Quizás ese carácter, el del padre, también se halle en él mismo y quien sabe si también en el de su hijo.

Pero todo esto es ficción, es imaginación, y nosotros, somos solo invención dentro de este relato, de ese momento fantástico, breve, preciso en la huerta familiar, a pesar de que los límites y las fronteras de la realidad, o quién sabe si de la ficción sean en muchas ocasiones volubles y sencillas, franqueables y maleables, donde los hijos se convierten en padres y los padres han sido los hijos, tanto en la realidad como en la ficción.

Es solo en este juego de ficción donde las cosas suceden así. Es solo en estos momentos de soledad personal, en los que se pueden construir y reconstruir estos juegos de la memoria. La memoria parece que forma parte y se desarrolla en todo su esplendor, dentro de algún aparatado de la soledad, por lo tanto, es en la soledad donde se establecen nuestras conexiones neuronales para restablecerlas de nuevo y llevarlas a efecto, de verdad, en el mundo de la realidad, o en la ficción, tal y como ocurre en este relato a través de la construcción de productos reales en forma de relatos como este, recuerdos que nos invaden o propuestas constructivas en forma de proyectos vitales.

Pero entonces la pregunta es; ¿cuál es el mundo de la realidad y cual el de la ficción? Somos hijos de verdad que nos convertimos en padres y todo esto sucede dentro de un decorado como en “El Show de Truman” o como la realidad virtual de “Matrix”. Nuestra imaginación es parte de un programa informático en el que se hallan compuestas todas nuestras imágenes y recuerdos que tenemos desde que nacemos, además de algunas más que se pueden añadir y que provienen de la herencia recibida de nuestros padres, o vivimos en el mudo real en el que de verdad hace frió y calor,  hay una crisis real y todo sucede según el devenir científico, técnico y normal de las cosas, dentro del este universo, y movimiento planetario en el que vivimos.

Como es una cosa a la que no puedo responder, me quedo con la propuesta de Auster, con la necesidad de reinventar la soledad como elemento que nos sirve para potenciar la memoria y entresacar los recuerdos y de ello extraer historias de ficción bonitas o recuerdos reales imborrables que nos sirvan para mejorar como personas y dar lo mejor de nosotros mismo a los demás.

Aquí os dejo un enlace en el que podréis descubrir un poco más de algunas de las cosas que nos cuenta este libro tan personal de Auster.





domingo, 7 de octubre de 2012

Transmigración.


Transmigración significa el paso de la conciencia a otro cuerpo. La transmigración sucede también cuando un ser decide tomar un cuerpo humano o la conciencia de un ser humano se incorpora a la de los ángeles.
Quizás sea esta la acepción más válida y útil para este poema de Miguel Labordeta titulado precisamente así, Transmigración y que pertenece a su libro Transeunte Central.



Seguramente esta poesía y ese “me da igual” de rebelión final, no nos sirven para utilizarse como ejemplo o moraleja respecto de los momentos de crisis en los que vivimos en la actualidad, porque su visión es justo la contraria ya que toma un punto de vista existencial del desarrollo vital.
Aunque, salvando las distancias como decimos, quizás ese último “me da igual” podría trasladarse al estado de desconsuelo actual, por los recortes, mermas, paro, etc. “Me da igual” si que encajaría en este caso, y al respecto de lo que está sucediendo, con algunos aspectos relativos a la pérdida de identidad y de dignidad de colectivos o de personas, propiciado por este galopante desmantelamiento del estado del bienestar en las que parece que además de manifestarse en contra y de rebelarse contra lo que está sucediendo, hay que tener grandes dosis de paciencia que se ponen de manifiesto en este pasota y aberrante grito desconsolado en forma de“me da igual”
Pero, a pesar de que la visión del poema es otra, como hemos dicho bastante más pesimista y poco cargada de entusiasmo, de destrucción de la propia historia – olvido personal de la voz del poeta ante el paso del tiempo – destrucción, me quedo con el fantástico mundo y con el maravilloso viaje que propone la voz poética.  Una vez que su cuerpo ya se ha destruido y se ha convertido en alma, la voz poética se va a disfrazar y a ataviar con restos de gasa blanca para rehacer su cuerpo, un cuerpo que no posee masa corporal, para llevar a cabo un viaje maravilloso por algunos curiosos lugares de la ciudad; como si de un hombre invisible se tratase. Así pues, comienza el viaje.

Me gusta mucho la expresión de “filtrarse por los resquicios de las soperas familiares” donde presenta esa connotación rancia de caldo recién hecho y de tarde de domingo en casa de familia de posibles. (donde hay huesos de caldo)
También la imagen de severos y ricos propietarios de fincas rústicas bailando y danzando al son de la varita mágica, como si se tratase de marionetas bufonescas movidas, realizando un baile obsceno, caprichoso.
Y por último, en este viajar y volar transustanciado del poeta, ese devorar “estrella tras estrella, golosina” como si de un niño que tiene a su disposición todo el universo estelar lleno de dulces para él. Es un magnífico viaje.
Me quedo con esto.

Aquí os dejo el poema para que podáis leerlo y reflexionar.



Transmigración.
Sepultado en mis 27 años recién cumplidos
limpio mis viejos zapatos de polvo estelar
y contemplo mordido de tristeza
el horror sangriento de úteros mortecinos.
Raudo y penosamente
me convierto en fantasma indiscreto.
Me divierto extraordinariamente.
Vuelo audaz sobre las amplias avenidas
con mis manos de gasa tumefacta.
Vuelco los trolebuses azul turquesa
donde viaja mi estúpida niñita muy amada.
Impalpable me filtro
por los resquicios de las soperas familiales.
Escucho direcciones contrarias
juegos de mus y aburrimientos
y con mi varita mágica de aparecido
hago danzar estrepitosamente
a severos propietarios de fincas rústicas
por las veletas de los campanarios antíguos
donde sueñan su cielo
los elefantes del zoológico.
Bajo la digna dirección 
de ventrudos conserjes con bigote
juego al mundo
en un arrugado viento de funestos.
Voy haciendo girones sobrecitos
con el pobre universo amilanado.
Devoro estrella tras estrella golosina
y un río dulce me va durmiendo
en las entrañas de cierta rosa lacia.
Agoto trascendencias
y trato a puntapiés
venerables distancias de años luz.
Me impongo astutamente a los espejos.
Engaño a las ardillas fosforescentes
que gobiernan Andrómeda
y a los horribles cieguecitos de Alatir
los fusilo
convenciéndolos plenamente
de mi superioridad espiritual.
Regreso ya cansado
a mi nada de de humana ratita disecada
o prófugo bolsillo.
Desapareció hace sueño
mi sepultura bajo las lluvias atroces
de tanto otoño falaz.
Y solo cierta pura rosa podrida
Me sirve de envoltura resurrecta.
Me despojo. Y desnudo de  carne y espíritu 
me tumbo tranquilamente muerto.
¡Pasen ante mí sin historia
cursos y colinas y necias colegialas
los siglos y los mundos!
¡Me da igual!
Destruí definitivamente 
mi obtuso despertador cardíaco.

Miguel Labordeta. "Transmigración" Transeunte Central.

martes, 2 de octubre de 2012

Mesa d´os Tres Reis

Continuamos con otra ascensión a uno de los montes más importantes del Valle de Ansó persiguiendo nuestro objetivo de recorrer la mayor parte de lugares, cimas y rincones de este valle magnífico, pleno de espantabruxas, boiras, hermosas chamineras y gentes maravillosas.
Es uno de los montes míticos de nuestro Pirineo Occidental que hace muga con Navarra y con Francia.
Lo cierto es que el Valle de Ansó es uno de los valles pirenaicos más verdes y húmedos debido al buen número de precipitaciones que caen durante todo el año y por su carácter eminentemente atlántico. Pero este día, todo el valle estaba bastante seco y los prados verdes y frondosos de antaño, ahora casi eran amarillentas praderas casi sacadas de la estepa africana. El viento en sus fuertes rachas, arrastraba oleadas de polvo seco que hacían que tuvieras que cerrar los ojos. Y para muestra un botón. Esta es la foto del collado a 1990 metros de altura con la pirámide del pico Maz, Txamantxoia al fondo.

Collado de Petrechema.

Pero dejando a un lado esa pequeña decepción de encontrarme con una postal bastante poco corriente, la excursión fue magnífica y realmente dura. El refugio de Linza marca el inicio de la excursión a unos 1400 metros de altura. La ascensión hasta el collado quizás es la parte más hermosa, pues ésta se realiza por verdes praderas y exquisitos mantos de hierba verdes, ahora amarillentos, surcados por un sendero muy evidente y marcado. Esta primera parte de la ascensión se comparte con la subida a Petrechema.
Es a partir del collado donde la senda vuelve a descender ya con la perspectiva, a un lado del Petrechema y al otro de la Mesa d ós Tres Reis.
Parece que el sendero vaya a irse hacia otro lugar distinto al de la cima, cuando de repente vuelve a girar a la derecha para encontrarnos, media hora más tarde, con la Foya d´a Solana. Llevamos aproximadamente una hora y veinte de excursión y estamos extenuados. Hasta llegar aquí hemos intentado trotar por el monte, aunque más que trotar es un andar rápido solo aprovechado en los momentos de descenso, de allí que los tiempos sean algo inferiores a los que se harían caminando.


Indicaciones en a Foya d ´a Solana.

Unos veinte minutos después y tras ver en las indicaciones que todavía nos queda una hora y cuarenta y cinco minutos, es decir, casi la mitad de la excursión, topamos con la inmensa mole de la Mesa en todo su esplendor.

Cima de a Mesa.

Solo queda ascender todo esto. Bueno pues a por ello.

Divisamos la cima muy cerca.

Después de caminar y correr unos veinticinco minutos, hace su aparición de repente una zona de lapiaz, antes de afrontar la ascensión final. Debemos caminar con cuidado para evitar torceduras en los tobillos.
La imagen de la cima de la Mesa nos acompaña,  imponente, devolviéndonos continuamente a la realidad del duro tramo que nos queda.
A partir de aquí y tras salvar un leve descenso, estamos a 2180 metros, solo nos queda afrontar la dura parte final. Ésta, es la típica de todas las ascensiones pirenaicas en las que el predominan las rocas y desaparece por completo la vegetación.
Tras superar algunos tramos en los que es necesario trepar algo con las manos, divisamos la cima muy próxima. Ya estamos a 2290 metros. Solo nos queda el asalto final.
El camino se estrecha y la senda asciende casi vertical. Solo nos queda salvar un tramo en el que hemos de usar las manos para trepar. De repente, y tras salvar una especie de recodo, accedemos a la cima. En ella encontramos una réplica del Castillo de Javier. Es un momento magnífico. Parece que las líneas de las mugas de los tres reinos pasen por delante de la cara trazadas por cuerdas imaginarias sujetas en por las cimas de los montes próximos. Solo así podemos dejar libre nuestra imaginación y retroceder unos cuantos siglos atrás, cuando los reyes de Aragón, Navarra y Francia, debían reunirse en la cima para dirimir algunos tratados y Facerías. Aunque, que eso fuera así, parezca hasta difícil de imaginar.
Dejando a un lado estas cosas, quizás las imágenes desde lo más alto con el Circo de Lescún al fondo y el Lac de Lhurs son lo más sobrecogedor de una cima mítica e interesante.

Desde la cima con el Circo de Lescún al fondo.


Ruta ascensión Mesa d ós Tres Reis.

 

domingo, 22 de julio de 2012

Diario de invierno de Paul Auster, y el uso de de la 2ª persona narrativa.



Lo cierto es que ya hace algunos días que he terminado de leer este Diario de Invierno de Paul Auster, pero a pesar de todo, no sé si es por esa especie de melancolía que entra cuando algo se termina, cuando estás llegando a las últimas páginas de un libro y ves que se acaba y también descubres que tu idilio con los personajes de la trama está a punto de terminar, es quizás en ese momento cuando quieres que la trama no termine nunca, que la historia siga hasta el infinito y que los personajes envejezcan al ritmo al que lo pudieras hacer tu, al unísono, con tu propia vida. Quizás es por eso por lo que, inconscientemente me había guardado las diez últimas páginas del libro, allí, sin leer, cerradas a cal y canto, unos días más, esperando a que la historia se prolongase un poco más, a que la propia vida de Paul Auster escritor tuviera una segunda plenitud como personaje, a que el diario de invierno se convirtiese así mismo en diario de primavera, de verano y así sucesivamente, repasando las estaciones del año una tras otra.

Pero al mismo tiempo, a la vez que se iba desarrollando la lectura del libro, tenía ganas de que todo terminara, de que la pesadilla melancólica en la que a veces de convierte este delirium de final anticipado de la vida del personaje narrador, que no es otro que el propio autor, terminara ya de una vez para siempre; que entrara aire fresco por los cuatro costados desde otros ángulos, desde otras perspectivas vitales que no pretendan poner el punto de vista en el final de la vida de una persona, a pesar de que esa persona, de que ese “yo” narrativo sea el mismísimo Paul Auster.


Es a partir del uso de la segunda persona desde la que el autor nos va descubriendo poco a poco la vida de sí mismo ni siquiera convertido en personaje sino a pecho descubierto, desde el esqueleto mismo, sin coraza que lo recubra, sin ninguna pretensión como personaje.

Porque a veces las pretensiones son innecesarias y las esperanzas son ígnotas si la vida no ha satisfecho en manera definitiva la conciencia personal. Es así como se siente el personaje narrador al final del libro, satisfecho, cansado, sublimado, sugiriendo un estatus actual perfecto, pero a la vez resignado al paso del tiempo que significa el cierre de una etapa, la de su juventud y su madurez, la de sus avatares en Europa en los que consiguió evocar a su yo interior para convertirse en el narrador que hoy es, la de su primer matrimonio fallido y su exitoso y feliz matrimonio actual. La del viajero, la del hombre inquieto, pero al mismo tiempo la del hombre resignado al paso del tiempo en el que la edad avanza para cerrar unas puertas y abrir otras. Otras puertas que no servirán sino para conducirle hacia el ocaso, hacia el invierno de su vida; en definitiva hacia el final.
Y todo ello, como hemos dicho antes, contado desde la el punto de vista de la segunda persona; desde el “tu”

El uso del “tu” narrativo en el libro significa siempre lo segundo, el segundo orden si consideramos que el primer orden es el “yo” y el segundo corresponde al “tu”. La tercera persona no es ni lo uno ni lo otro. Se trata por así decirlo del uso por parte del narrador de una de las personas narrativas, la segunda persona, que confiere a la obra el punto de vista del tu; así pues del otro.
Y este uso es más significativamente importante y relevante en un diario que en cualquier otra obra, porque es la manifestación evidente del desconocimiento de uno mismo. En la obra se pone de manifiesto en la página 174 – 175, en la que en uno de sus párrafos dice así: “no puedes verte a ti mismo. Sabes el aspecto que tienes por espejos y fotografías, pero andando por el mundo, cuando te mueves entre la gente, ya sean amigos, desconocidos, o los seres que más quieres íntimamente, tu propio rostro resulta invisible para ti. Puedes ver otras partes de ti mismo, brazos y piernas, manos y pies, hombros y torso, pero solo por delante, nada por la espalda salvo la parte de atrás de las piernas (…) pero no la cara, nunca tu rostro, y en el fondo, al menos en lo que respecta a los demás, tu rostro es lo que eres, el factor esencial de tu identidad”



Es muy significativo este párrafo puesto que esclarece el porqué del uso de la segunda persona narrativa en un diario; en este diario. Auster, con el uso de esta segunda persona adoptada como punto de vista narrativo, no esta poniendo de manifiesto otra cosa que no sea un desconocimiento de sí mismo total, un desconcierto abismal ante la vida y el paso del tiempo, los cuales se le escapan. Es como si todo lo que él es en su diario estuviera contado por otra persona que le conoce a medias, y la única justificación de que eso sea así es que él nunca puede conocerse a si mismo porque nunca puede verse de verdad. Solo se puede atisbar reflejos del rostro a través de un espejo, o como mucho ver parte de las extremidades, o el reverso de las piernas si se es lo suficientemente ágil. En definitiva nada, puesto que es el rostro, la cara, la imagen que tenemos de nosotros mismos para con los demás.

Se trata en definitiva de una moraleja, de una lección vital útil para todas las personas y real como la vida misma.





domingo, 24 de junio de 2012

Inés y la Alegría; una versión diferente.

Este post no pretende hacer un resumen de Inés y la Alegría, la gran novela de Almudena Grandes escrita en el año 2010. Lo cierto es que escribo este post casi dos meses y medio después de la última publicación en El Cadáver Exquisito y ese ha sido el tiempo exacto que he empleado, evidentemente con muchísimas interrupciones y lagunas, en la lectura de esta ingente obra.

No sé por dónde empezar a hablar, ya que, es tan ingente la historia que se cuenta en la obra como la información histórica que se aporta. Información histórica muy poco conocida, y que con grandísima maestría Almudena Grandes saca a la luz en esta historia de ficción en la que se entremezclan los hechos históricos y reales de la invasión, con los personajes de ficción de la obra. La invasión del Valle de Arán se denominó así porque así lo creyó conveniente la Operación Reconquista de España, y porque el Valle de Arán era el lugar más importante y por el que se iba a producir el mayor desembarco de tropas republicanas, con la conquista de Vielha como uno de sus objetivos más relevantes.

 

Estamos a 19 de octubre de 1944, ya hace años que ha terminado la guerra en España y todavía quedan muchos guerrilleros antifranquistas al otro lado de los Pirineos, o que les ha pillado por “sorpresa” la guerra mundial y no les ha quedado más remedio que quedarse allí, parapetados, esperando no se qué. Es el momento del Maquis. También por los pasos del Pirineo Aragónés se llevó a cabo la entrada de tropas republicanas en ese mes de octubre. Se trató de operaciones de distracción para con las fuerzas enemigas. Los puntos de nuestro Pirineo que sirvieron de paso fueron Roncesvalles, Roncal, Echo – Ansó (Por puerto de Palo) y Canfranc (por puerto de Somport). También Andorra y la Cerdaña entre otros.



 Por lo que respecta a la obra, la propia autora al final del libro, en una nota en la que explica algunas de las consideraciones acerca de la composición del texto, ya pone de manifiesto la proximidad y semejanza en cuanto a su intención de escribir algo similar y con unas intenciones semejantes a los Episodios nacionales de Galdós, tal como se certifica en el propio título de la obra; "Episodios de una guerra interminable".  Así, ésta  explica, que para ello tiene incluso motivos puramente personales que ya vienen marcados por una infancia de acercamiento y de proximidad a la obra del autor de los Episodios Nacionales desde la infancia. Una infancia motivada por esa curiosidad incipiente y enorme de todos esos jóvenes precoces que ya se consideran devoradores de libros y que apuntan madera de escritor/ra desde bien pronto.



Por lo demás, se trata de una maravillosa trama de personajes, unos reales y otros de ficción, que todos ellos se insertan en la obra de ficción en sí, donde lo único que les mueve en sus vidas es una gran historia de amor. El amor; eso que nunca aparece en los libros de historia por ninguna parte, ese aspecto sublime, más próximo a lo divino y por encima de lo humano que no tiene más remedio que entremezclarse con lo humano de los cuerpos y de las personas. Eso es lo que utiliza la autora para hacer que la obra gire sobre sus propios goznes y tenga vida. Así, tan solo se vale de los acontecimientos históricos para erigir el esqueleto de la obra, pero el corazón, el cerebro y los órganos vitales de la misma, no cabe duda que tienen que ver con el amor.
En la trama van a aparecer maravillosas parejas de enamorados, como Carmen de Pedro y Jesús Monzón, un personaje tan desconocido como importante en la reconstrucción del PCE después de la Guerra Civil y verdadero motor de la Operación Reconquista de España y de las invasiones del Valle de Arán que después le pasarán factura. Ni que decir tiene el amor de otra pareja inolvidable y de ficción en el libro y real en la realidad como lo fueron Dolores Ibárruri y Francisco Antón, un joven que llegó a enamorar y traer de cabeza a la propia Pasionaria y que luego abandonaría por otra. Pero quizás la pareja más importante de la trama, la que le sirve a la autora para dar nombre a la obra sea la e Inés Ruiz y Galán, Fernando Galán o el teniente Galán. Y es que la vida así como la historia no son sino, en muchas ocasiones, cúmulos de casualidades o giros en una dirección, esperada o no, determinantes y definitivos para que la historia, la trama, en el caso de una novela o la vida, nuestra vida, se dirija por un camino o vaya por otro totalmente diferente. Eso es lo que ocurre con la historia de amor de Inés y Galán, cuando un 19 de octubre de 1944, Inés Ruiz Maldonado, de familia falangista tradicional, decide montar a su caballo Lauro y escapar de su encierro en la casa de verano que su familia tiene en la localidad de Pont de Suert, para dirigirse a cincuenta kilómetros hasta Bossot con una bandeja de rosquillas en una caja de cartón y tres mil pesetas de la época que había conseguido robarle a su hermano Ricardo, importante jefe de Falange y entrar dentro del cuartel general de las tropas republicanas así; de ese modo. Esa era una opción, y esa fue la opción que la protagonista de la historia toma, la otra hubiera sido quedarse allí, en la casa. Permanecer allí humillada y extenuada, a merced de las vejaciones a las que la sometía el capitán Garrido, amigo de su hermano y sabedor de las verdaderas inquietudes republicanas de Inés. Así es la vida, así fueron sus vidas y también así son nuestras vidas, cúmulos insospechados de estos giros del infortunio que determinan nuestros caminos en este azar en el que cada día vivimos.

Así, la historia, la trama, tal y como lo haría cualquiera de los Episodios Nacionales de Galdós, se ceba en demasía en detalles vacuos que aburren hasta quedar hundido en los orejones de la butaca a eso de las cinco de la tarde, y que recuerdan a esas teleseries de época, tan de moda en los últimos años y de producción española, en los que la Guerra Civil es su dimensión temporal y donde el argumento, los contenidos y la trama no avanzan ni a golpe de piñón.

No dejen de leer esta obra, por otro lado necesaria para conocer más esa parte de nuestra desconocida y próxima historia y al mismo tiempo disfrutar con unos personajes extraordinarios, profundos, perfectamente diseñados, perfilados, dibujados y finalmente mareados y sometidos a insoportables "flash back" de velocidad insufrible que no soportaría ni el cuello de Fernando Alonso.
En resumen, novela exageradamente buena por un lado y extenuantemente pesada y lenta, como la hora de las pastas y del té de las cinco de la tarde, por el otro.

lunes, 30 de abril de 2012

Ruta Biniés Borda de Capeta, Biniés, pasando por el Cubilar y regresando por la Lurte.


Esta ruta es una de las más bonitas que puede hacerse por el monte de Biniés en el Valle de Ansó. Recorre parajes espectaculares de monte virgen y nada transitado que en algunas ocasiones se adentran en "pacos" verdes y frondosos por su orientación norte.


Las impresionantes vistas de la ruta, en su descenso con la Foz de Biniés al fondo son espectaculares.

La Canal de Berdún se abre al fondo del valle siendo la transición perfecta entre el Pirineo axial y las Sierras Exteriores de complejos conglomerados.

En esta ocasión hemos escogido la modalidad carrera para hacer la ruta, la cual tiene un desnivel acumulado de unos 700 m. La dureza de la misma prevalece a lo largo del recorrido por los senderos estrechos por los que transita, además de lo pedregoso del recorrido. En algunas ocasiones el sendero se hace inexistente, siendo necesaria la pericia y el conocimiento del terreno para orientarse.

No cabe duda de que el monte de Biniés, en el Valle de Ansó y el entorno de la Borda de Capeta, así como el sendero próximo al pueblo, el el entorno de la huerta de Paquito y la Lurte, nos deparan uno de los parajes más bellos y nada transitados.

















Siente la libertad más absoluta en este recorrido duro, pero divertido y desconocido.
Aquí os dejo el mapa para que disfrutéis de este maravilloso itinerario.

lunes, 26 de marzo de 2012

Anillo Verde de Zaragoza

El puente de Piedra y la basílica del Pilar a su paso por el trazado del anillo.

Espectacular ruta que recorre gran parte del anillo verde de Zaragoza, un excepcional trazado verde alrededor de la ciudad que permite a los amantes de la bicicleta poder rodear la ciudad y algunos de los municipios anexos a través de un trazado exquisito.
El parque Grande José Antonio Labordeta, el Canal Imperial desde Casablanca hasta La Cartuja, parte del GR 99 o camino del Ebro o la Expo de 2008 son algunos de los lugares por los que transita el recorrido.


Si que es verdad que faltan algunos trozos del trazado como es el caso del anillo a su paso por el barrio de Oliver y el de Valdefierro, o la conexión desde la Expo hasta la conexión con el Miralbueno, pero no es óbice para significar lo maravilloso del trazado existente.


El anillo se completa con el nuevo trazado denominado ramal norte que recorre las localidades de Santa Isabel, Montañana, y San Juan de Mozarrifar para regresar de nuevo a la ciudad.


miércoles, 29 de febrero de 2012

El miedo manda.

Ahora parece que el miedo llena todas las noticias de la tele y de los periódicos. Así lo pone de manifiesto Eduardo Galeano en “El miedo manda”

El hambre desayuna miedo / El miedo al silencio aturde las calles / El miedo amenaza

Si usted ama, tendrá sida / Si fuma, tendrá cáncer / Si respira, tendrá contaminación

Si bebe, tendrá accidentes / Si come, tendrá colesterol

Si habla, tendrá desempleo / Si camina, tendrá violencia / Si piensa, tendrá angustia

Si duda, tendrá locura / Si siente, tendrá soledad”


martes, 28 de febrero de 2012

Miguel Labordeta; poemas de la crisis.

Releyendo a Miguel Labordeta estos días de crisis, de soporífera crisis, no hacen sino venir imágenes que conectan los poemas escritos en los años 50 con el actual estado de tedio, desesperación y crisis actual.

En el libro Sumido 25 de 1948 que se halla dentro de Epilírica, está el poema “Puesto que el joven azul de la montaña ha muerto” (…)”es preciso partir de la ciudad antes de ser golosamente asesinados y engullidos por las muchedumbres de los metros”. Es como si el poema nos dijese que también ahora, en este momento, la ciudad fuese a engullirnos como una planta carnívora dentro de sus fauces, con zombis vivientes saliendo de las bocanadas de los metros, en el cataclismo en el que parece que se va a convertir todo, sin trabajo, sin esperanzas, sin nada. Es allí, hacia la montaña, el lugar donde el poeta pretendía dirigir a los jóvenes puesto que son ellos los que no se hallan contagiados por ninguno de los efectos de la Guerra Civil ya que ninguno de ellos ha participado.

Parece como si de repente nos estuvieran convirtiendo poco a poco en existentes de tercera, tal y como ocurre en Sumido 25 en el poema “Agonía del existente Julián Martínez, existente de tercera”.

Y es que a este paso, con este ritual cansino que nos zarandea día a día, vamos a tener que componer, tal y como hace Miguel en Sumido 25, una “Elegía a la propia muerte” una elegía a nuestro sucumbir en vida que no es otra que la misma muerte en vida.

En este poema, el yo del poeta habla también desde la muerte del mismo. Se duda hasta de si existió en realidad y la voz poética corrobora que “quizás se fue tan pronto, murió tan pronto, por miedo a odiarlo todo con salvaje cinismo”, él “que había nacido para librarse por amor tan solo; él que nunca amó nada del todo”

Y es que, tal y como corrobora la voz poética, a pesar de que el amor lo impregnaba todo, a pesar de que eso era la única tabla de salvación posible, “pronto nacieron en su corazón bosques de serpientes voraces que intentaron secar todo lo dulce”

Dulce crepitar del desastre, ahora dulce “crisis” provocada por la crisis del hombre que abandonó hace mucho tiempo el ser que lleva dentro, que fue el que evocó el poema “Elegía a la propia muerte” de Miguel que la guerra se llevó consigo; porque es el hombre el que está muerto. Dulce crepitar del desastre; dulce.

Elegía a mi propia muerte

Miguel se ha ido.
Es posible que ya nunca llegue.
Es posible que buscando trenes
que lo lleven a la otra orilla del mundo
se quede sin saberlo extático de ahogado.
Nadie le conoció
y apenas él sumía su garganta de toro
abriendo con navajas de afeitar cada mañana
el vientre enigmático de los espejos curvos
donde se reflejaban exactos el misterio de trueno
de sus ojos hambrientos verdaderos.
Si acaso preguntasen por él
decidles que nunca dijo que existiese.
Él que se golpeaba a menudo las pupilas
para encontrar el sentido
que levanta los surcos
hacia las sudorosas nucas del Hombre
sobre hermosas muertas
en salada presencia de potencia insaciable.
Nunca amó nada del todo
él que sin embargo había nacido
para liberarse por amor tan sólo.
Por eso fue espeso asombro de centros vendavales
abrasado ante los brocales de luz de las medusas.
Demasiado pronto en su corazón nacieron
bosques de serpientes voraces
que intentaron secar todo lo dulce
que en él residía luengos siglos de hambrientos penetrados.
Mas en esto triunfó
pues fueron en soledad sus últimas palabras:

«Hermanos inundad de amor
al mundo que sucumbe...
Cread las nuevas rutas con amor absurdo y sin objeto...
Salvaos de las ruinas con amor...
Amor...
Amor viril tan sólo...»

Quizá se fue tan pronto
por miedo a odiarlo todo
con salvaje cinismo
pues también en el fondo de sí
había calaveras que soñaban orgía desmedida
en incendios sin fin de las ciudades.
Y ahora ya borrado el débil rastro de su voz de macho
quisiera preguntarle en esta noche tan hermosa de estío
(en una de esas noches en que descuajado
temblaba ante el atónito mensaje
de las galaxias a los gusanos):
¿qué ha sido de su rayo
qué destino tronchado fulminaron
desnudos más allá de todo nombre
meditado de nada?
Quizá altivo no contestase apenas
pues por encima de las conversaciones
tan sólo esperaba ya
el armonioso amanecer de los corceles
sobre un mundo rotundo en plenitud
con hondura sangrienta de raíz
y elevación purísima de nube.
Miguel se ha ido.
Es posible que un día
dentro de millones de años
encontremos su pulpa de cuadrúpedo
en el tótem de una gota de lluvia
que ansíe dulcemente aniquilarse
en un rayo de astro fulminado.


domingo, 29 de enero de 2012

Sunset Park o el relato de unas vidas unidas por el filo de una navaja.

Si hay un autor que utilice la coincidencia y la casualidad como herramienta de trabajo, ese es Paul Auster. En Sunset Park, su última publicacion, esta coincidencia y casualidad es de nuevo uno de los motores que rigen las vidas de los personajes y los arrastran en su quehacer diario. Pero esa casualidad que en algunas de sus obras parece casi artificial, como ocurre en Leviatan, aquí parece que se halle integrada en sus vidas, y que por extensión también en las nuestras y en las de todos. Si Miles Heller, no hubiera empujado a Bobby aquel día, de camino por aquella carretera solitaria, después del pinchazo de la furgoneta y aquel coche no hubiera pasado por allí justo en ese instante, seguramente las cosas habrían cambiado y todo sería diferente ahora en la familia Heller y entre los dos hermanastros. Si Bing Nathan, no hubiera estado en aquella excursión adolescente después del instituto en dirección a Catskills y no se hubieran detenido en aquel lago, seguramente no habría visto a Heller desnudo, con el pene erecto después de besuquearse con su novia y no habría experimentado aquella sensación que poco a poco fue ensanchándose para descubrirse a sí mismo en su homosexualidad.

Por último, si Morris Heller, en aquel seminario de la facultad hubiera tomado la iniciativa con aquella chica de Barnard; hubo una fuerte atracción. Si ese pequeño coqueteo se hubiera traducido en un noviazgo, un matrimonio y una vida juntos después, no habría conocido a Mary – Lee su primera mujer y tampoco se habría divorciado y se habría vuelto a casar con Willa no se habría desencadenado el suceso de Bobby, su hijastro, el cual cambió sus vidas para simpre.

En este libro, Auster teje un madeja entre los personajes utilizando un tema interesante y moderno como es el de la crisis económica y sus repercusiones, lo que lleva a los jóvenes Bing Nathan Ellen, Alice y el propio Miles a ocupar una vieja casa abandonada en un deprimido barrio neoyorquino Sunset Park.

Cada uno de los capítulos del libro lleva el nombre de cada uno de los personajes y en cada uno de esos capítulos el autor utiliza la técnica del retroceso o flash back para retroceder en las historias de cada uno, las cuales ya ha presentado de manera hábil en la primera parte de la obra.

El uso del presente de indicativo en la tercera persona es una de las cosas que más descolocan al principio. Parece que ese narrador omnisciente no quiere involucrase demasiado en la trama narrativa de unos personajes que sufren en el día a día para hacerse con el control de sus difíciles y deprimidas vidas. Auster a través de este tiempo de la narración presenta a unos personajes deprimidos en un mundo herido muerte y falto de valores morales. El propio protagonista Miles Heller trabaja en una de esas empresas que vacían las casas después de los desahucios en Florida, lugar de huida escogido por el protagonista para alejarse de una realidad familiar marcada por el divorcio de sus padres, y por la muerte de su hermanastro Bobby.

Hellen, otro de los personajes de Sunset Park, que vive a caballo entre su hobie, pintar cuadros en su tiempo libre, su esquizofenia juvenil y un triste trabajo como vendedora de pisos temporal.

O la propia Alice, que trabaja en una tesis doctoral eterna y que nunca se acaba sobre el cine norteamericano del último siglo, tratando de obtener conclusiones sobre las personas que viven dentro de las películas para así tratar de entender mejor a las personas de este mundo. O Bing, el cual posee una tienda u hospital de cosas antiguas en el que repara cosas viejas en desuso por un puñado de dólares. O Morris, el padre de Miles, editor de libros en su editorial marcada por las pérdidas y la crisis econñomica.

Son todos personajes perdidos cualquiera, personajes, unidos por una leve hilo fino o por el filo de una navaja nen el que sus vidas pende y dependen del desahucio esperado de la policía o de un arrebato de casualidad que haga que sus acciones se decanten hacia un lado o hacia otro. En definitiva como las vidas de todos, como nuestras propias vidas.

martes, 3 de enero de 2012

Ascensión al pico Gratal en Guara. Sensaciones en Sierra de Guara I


Ascensión al pico Gratal. Sensaciones en Sierra de Guara I






La mañana es fría, ventosa, húmeda y gélida justo antes de salir. Hemos aparcado el coche en la hospedería de Arguis, en las inmediaciones de la carretera nacional 330, justo al inicio de las primeras subidas considerables del puerto de Monrepós. El silencio solo es entrecortado por el paso de los coches que rugen furiosos en su intento de aproximarse lo antes posible al anhelo y al deseo del final del recorrido.

La quietud de las aguas de un pantano no hacen que el frio y el viento se detengan, sino que sobrecogen a los corazones helados de muerte y destrucción.

El sendero es evidente y la excursión comienza por una pista fría y heladora que cruza la presa del pantano en su inicio y luego recorre la cara norte de las primeras estribaciones de Guara sin además de que salga el sol, sobrecogido por la quietud sepulcral del pantano de Arguis.

Solo el bosque que aparece a continuación, después de caminar unos veinte minutos, acogedor, salvador de las duras rachas de viento sobrecogedor que después nos espera y dejando a un lado las marcas de un gasoducto que ascienden verticalmente por la montaña sin acordarse de salvaguardar la pendiente.

Descendemos por una fuerte pendiente pedregosa. Llevamos unos 54 minutos de sendero y llevamos un gasoducto bajo nuestros pies. Gratal ya ha aparecido delante de nosotros como un coloso puntiagudo y zoquete que mira impasible el paso del viento.

Ahora ya solo nos queda franquear su tozudez, la de su cabeza y la nuestra, la que hace que disfrutemos de la montaña porque es el lugar en el que nos gusta estar, en el que nos gusta hablar y conversar de todo, a pesar del viento helador, de la humedad congelada que trae el silbido del ausín y la deja sobre los sufridos bojes, a pesar de que el camino zigzaguea por pendientes infranqueables y duras.

Ya solo nos quedan los últimos pasos, los que nos llevarán al abrazo amigo, a sentir que el esfuerzo en compañía de los amigos es el que le da sentido a las cosas del mundo. A que el anhelo y el deseo del ser humano por conseguir cotas infranqueables no tendría ningún sentido sin ese abrazo cariñoso que nos sirve de excusa para celebrar lo conseguido.

Y es que, lo que se ve desde la cima no tiene precio, son el anhelo y el deseo hechos realidad. Es todo lo que se puede desear ver y sentir, solo jodido por el frío del un día desapacible y desangelado. Y eso hace que no se disfrute el final cuando disfrutar del final es sinónimo de conquista fácil.

Somos seres humanos, dejémonos de pamplinas. El frío de la cima es la realidad dura que golpea en nuestras caras y nos hace débiles ante la naturaleza, para que pensemos que lo más importante de todo esto no es sino la compañía, los abrazos y los sentimientos junto a los amigos y seres queridos; mucho más que la conquista de otra cima; a 1610 metros, en la Sierra de Guara.